El cerebro de las mujeres es rosada y el de los hombres azul: Los mitos de neurosexismo.

El cerebro de las mujeres es rosado y el de los hombres azul: Los mitos del neurosexismo. 

En el siglo XIX, debido al emergente interés por la ciencia y el método científico, muchos científicos intentaron encontrar y explicar relaciones entre fenómenos sociales y los procesos biológicos. Un buen ejemplo es como se aplicaron los postulados de la selección natural y sexual de Darwin para justificar ideas como el clasismo, racismo y sexismo. 

La idea del sexismo, en el contexto de la biología, defiende que los distintos comportamientos que existen entre hombres y mujeres se fundamentan en las diferencias biológicas del cerebro, tales como la anatomía y morfología de este, obviando la influencia de la socialización. 

Pero para hablar sobre este tema, primero tenemos que hablar un poco sobre teoría de género, y la importante distinción entre género y sexo. Para entender mejor esto, te quiero invitar a plantearte las siguientes preguntas:

¿Crees que tu sexo biológico (genitales) trae implícito consigo todas las características que definen tu género socialmente construido (hombre, mujer)?

¿Acaso el hecho de tener dos cromosomas X, o un par XY determina tu posición en la sociedad, los roles que tienes, las decisiones que tomas?

 La reflexion sobre  estas preguntas, nos ayuda a comprender un poco mejor la diferencia entre sexo y género, siendo sexo la categoría biológica con la que se clasifican las personas en hombres y mujeres, y siendo género el conjunto de comportamientos y características que socialmente se asocian a hombres o mujeres bajo las categorías de masculino y femenino. 

Históricamente, la respuesta a estas  preguntas ha sido un ‘Sí’ rotundo. La idea de que las diferencias entre personas de sexo masculino o femenino se basan en sus diferencias biológicas se conoce como “esencialismo”, una corriente que refuerza la idea de que la estructura del cerebro y sus funciones son fijas e innatas. 

Lamentablemente, la ciencia en este campo ha permanecido impregnada de este paradigma esencialista, usando estudios con interpretación errónea de resultados, sesgo, baja potencia estadística, controles inadecuado, etc. para reafirmar ideas sexistas, como que las mujeres son inferiores o tienen menos capacidad racional que los hombres (por mencionar algunas).

Un claro ejemplo de esto es el científico John Reid, quien publicó en 1843 un artículo llamado “Masa comparada del cerebro humano en hombres y mujeres”. En este estudio, se determinó que, en promedio, el peso absoluto del cerebro de las mujeres era 140 gramos más livianos, por ende 10% más pequeños (sin considerar el peso total del cuerpo).

 Así, este estudio sirvió para justificar la idea de que las mujeres eran inferiores mentalmente a los hombres. Lo sorprendente es que en este mismo estudio entregan los valores del peso del cerebro, pero ahora relativos al peso total del cuerpo, y en esta medida, el tamaño promedio del cerebro de las mujeres era un poco más grande que el de los hombres.

Pero este resultado, como no correspondía a lo esperado, se obvió, enfocando la conclusión en que el cerebro de las mujeres era más pequeño, solo para corroborar la hipótesis de la inferioridad intelectual de las mujeres.  

En las últimas décadas, los estudios han dejado de tener como foco el probar que el cerebro de las mujeres era más pequeño o menos funcional que el de los hombres, y la búsqueda de pruebas de la inferioridad de la mujer se ha convertido en la búsqueda de pruebas de la “complementariedad” hombre-mujer.

Ahora las mujeres no somos menos inteligentes que los hombres, solo “diferentes”. Por ejemplo, se dice que los cerebros de las mujeres están “diseñados” para la empatía y la intuición, mientras que los de los hombres están optimizados para la razón y la acción. Lo cual coincide con el statu quo de los roles de género.

Esta búsqueda de diferencias entre cerebros de distinto sexo ha tenido un auge en los últimos 30 años, gracias al desarrollo de una técnica llamada resonancia magnética funcional (MRI por su nombre en inglés magnetic resonance imaging). Esta técnica permite observar la estructura, anatomía y función del cerebro de una forma no invasiva.

En 2005, un grupo de la Universidad de California, usó imágenes cerebrales obtenidas gracias a esta tecnología, para estudiar el cerebro de hombres y mujeres con el mismo coeficiente intelectual. Observaron que las mujeres tenían más materia blanca y que los hombres tenían más materia gris en las áreas del cerebro relacionadas con la inteligencia. La materia blanca y la materia gris corresponden a distintas estructuras de las neuronas, y están asociadas a la conectividad y el procesamiento respectivamente. 

Así, este estudio fue utilizado de forma incorrecta para apoyar la falsa idea de que los hombres son “naturalmente” mejores en pensamiento lógico-matemático y las mujeres haciendo tareas en paralelo o multi-tasking. Este concepto de multi-task está relacionado con la capacidad de hacer dos o más cosas al mismo tiempo, y se ha pensado erróneamente que las mujeres poseen intrínsecamente esta capacidad, ya que estaría directamente relacionada con la capacidad de cuidar crías, como algo evolutivo. 

¿Existe el cerebro femenino o el cerebro masculino?

Para poder responder esta pregunta, tenemos que mirar el estado del ser humano menos influenciado por la sociedad, es decir,  los  recién nacidos. Un estudio realizado en la Universidad de California, mostró que el sexo no afectaba el tamaño estructural del cerebro en bebes recién nacidos, pero otros trabajos han refutado esta hipótesis. Hasta ahora, la ciencia ha fallado en responder a esta pregunta, ya que a pesar del desarrollo de nuevas técnicas y la acumulación de bases de datos, las respuestas son bastante dispares e incluso opuestas. Lo único que sí queda claro, como lo demostró un estudio realizado por un grupo en California, es que el cerebro tiene una alta capacidad de modificar su conectividad. En este estudio mostraron que un grupo de niñas que jugaba tetris una hora y media por semana, durante tres meses, mostraba un crecimiento en la corteza cerebral asociada al procesamiento visuo-espacial. 

Ahora te hago la pregunta:

¿Crees que tu cerebro trae implícito consigo las características que te definen como hombre o mujer?
¿O piensas que los cerebros no son ni rosados ni azules, sino blancos y se van pintando del color que la sociedad les impone?

 

 

Bibliografía:

 1- COMPARATIVE WEIGHT OF THE HUMAN BRAIN IN THE. MALE AND FEMALE. Dr. John Reid, in “Retrospect of the Medical Sciences.” Provincial Medical Journal and Retrospect of the Medical Sciences, vol. 6, no. 136, 1843, pp. 120–22. JSTOR.

2-  Holland D, Chang L, Ernst TM, Curran M, Buchthal SD, Alicata D, Skranes J, Johansen H, Hernandez A, Yamakawa R, Kuperman JM, Dale AM. Structural growth trajectories and rates of change in the first 3 months of infant brain development. JAMA Neurol. 2014 Oct;71(10):1266-74. doi: 10.1001/jamaneurol.2014.1638. PMID: 25111045; PMCID: PMC4940157.

3- R. J. Haier, S. Karama, L. Leyba and R. E. Jung, ‘MRI Assessment of Cortical Thickness and Functional Activity Changes in Adolescent Girls Following Three Months of Practice on a Visual-Spatial Task’, BMC Research Notes 2:1 (2009), p. 174. 

Autora : Natalia Beiza 

Estudio biología en la Universidad de Chile y actualmente se encuentra terminando su doctorado en Neurociencias. Desde que empezó su carrera científica siempre se interesó por la divulgación cientīca, participando como profesora y monitora en distintos proyectos que buscan acercar la ciencia al público general. En los últimos años se ha interesado también en el arte como manera de comunicar y generar acciones que puedan tener implicancias políticas.
Ilustración : Bertsy Goic Figueroa (@drainscience)

Deja una respuesta